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martes, 13 de octubre de 2020

MANUAL DE SUPERVIVENCIA PARA LA GENTE CORRIENTE ANTE EL COVID

MANUAL DE SUPERVIVENCIA PARA LA GENTE CORRIENTE EN TIEMPOS DEL NUEVO CORONAVIRUS 

El futuro no está escrito. Nada está escrito hasta que tú lo escribes (Lawrence de Arabia)

 

Me piden de “Hay Derecho” un nuevo artículo, en esta ocasión para ayudar a los ciudadanos a protegerse del nuevo coronavirus (SARS-CoV2), al que me referiré en adelante indistintamente como SARS-CoV2,  “virus” o “coronavirus”. Hay muchas cosas que no se saben y otras muchas que yo no sé. Confío estar a la altura.

La convivencia con el virus es una carrera de fondo. Explicaré los mecanismos básicos de contagio y cómo juzgar con criterios simples el riesgo de una actividad concreta y el material a utilizar en cada situación para minimizarlo. Espero que esto sea de ayuda para tomar decisiones informadas que permitan al lector evitar el contagio con un esfuerzo pequeño y sostenible.

Mis recomendaciones no están pensadas para el entorno hospitalario o los centros de salud, donde puede ser difícil, a pesar del máximo rigor en las medidas de prevención, evitar el contagio. Aún así, quizá algunas cosas resulten útiles para mis compañeros médicos, personal de enfermería, auxiliares, celadores, administrativos, personal de limpieza, lavandería, mantenimiento y gestores y para todos los que se esfuerzan cada día en mejorar las cosas y hacer frente al virus.

1) Mecanismos de contagio, enemigos del virus y puertas de entrada

1.1) Los 4 jinetes del Apocalipsis. Los mecanismos de diseminación del virus desde la persona infectada son los siguientes

  1. Gotas que caen al suelo o se depositan sobre otras superficies. La cantidad de virus SARS-CoV2 diseminado depende de la actividad que realiza el sujeto infectado. De menos a más, serían guardar silencio, hablar, reír, cantar, gritar, toser, estornudar o escupir. Para prevenir el contagio por gotas, es crucial la distancia de seguridad de al menos 2 metros y el uso de mascarilla.
  2. Aerosoles o partículas diminutas cargadas de virus que quedan suspendidas en el aire durante minutos o incluso horas, como esas partículas de polvo que se ven flotando al trasluz en una habitación soleada. Las claves para evitar este contagio son la mascarilla, la ventilación y el aire libre (Prather KA, Airborne transmission of SARS-CoV-2. Science. 2020 Oct 5). La distancia de seguridad de 2 metros no es suficiente, ya que los aerosoles ocupan los espacios no ventilados, como haría el humo de un cigarrillo en una habitación.
  3. Saliva o secreciones que se depositan en superficies o, directamente en otras personas. Hace unos meses se insistía en lavarse las manos y la mascarilla quedó relegada a un papel secundario, pese a la evidencia científica (https://n9.cl/4xaz). Ahora se reconoce, con razón, que la vía de transmisión más importante es respiratoria, pero no debemos olvidar la distancia de seguridad y el lavado de manos.
  4. La ignorancia puede considerarse metafóricamente un vector intangible de contagio. No se puede culpar a la población, que ha recibido mensajes contradictorios (algunos grotescos) en los últimos meses. Recordaré en este apartado que los sujetos pueden estar asintomáticos porque su infección curse sin síntomas durante todo el proceso, o bien porque estén en fase presintomática. En cualquiera de los dos casos pueden contagiar. Los presintómaticos desde 2-3 días antes de los síntomas hasta 7-10 días después. Por eso, en un entorno de alta incidencia debemos asumir que cualquiera puede ser infeccioso. Si hay síntomas, las precauciones deben ser aún mayores y debemos informar a nuestros contactos, quedarnos en casa y hablar con nuestro médico para realizar las pruebas diagnósticas oportunas.

1.2) Los 7 fantásticoslas principales herramientas para neutralizar el virus fuera del organismo son:

  1. Alcohol a concentración mayor del 70% (p.ej. gel hidroalcohólico) inactiva el virus en alrededor de 1 minuto y sirve para desinfectar manos y objetos.
  2. Lavado exhaustivo de manos con agua y jabón durante 30 segundos.
  3. La radiación ultravioleta inactiva el virus presente en las superficies. Según algunos trabajos publicados, puede ser eficaz para desinfectar mascarillas, (Kumar, P. Indian J Crit Care Med.2020 Aug;24(8):713-715). Si se usa este sistema hay que prestar atención a las recomendaciones del fabricante porque la luz ultravioleta puede dañar la retina
  4. El paso del tiempo juega a nuestro favor. Fuera del organismo, a diferencia de las bacterias que se multiplican, los virus tienden a inactivarse a medida que pasan las horas y los días.
  5. Las temperaturas muy altas matan tanto al SARS-CoV2 como a las bacterias, las moderadamente altas promueven la proliferación bacteriana. A bajas temperaturas, las bacterias dejan de proliferar, pero los virus se inactivan más lentamente.
  6. La ventilación y el aire libre dispersan los aerosoles y dificultan esta vía de contagio. Eso, no significa que todas las situaciones al aire libre sean seguras, como más adelante veremos.
  7. El conocimiento y el sentido común son una buena herramienta, pero el lector no debería sentirse culpable ni obsesionarse por equivocaciones ocasionales. Es imposible hacerlo todo perfecto y difícil automatizar ciertas cosas, lo importante es que cada uno adopte una rutina razonable con la que se sienta cómodo.

1.3) Casa con tres puertas, mala es de guardar.

  1. El SARS-CoV-2 puede penetrar en el organismo a través de la nariz o la boca, cuando inhalamos gotas contaminadas o aerosoles suspendidos en el aire. Esta es la vía de infección más frecuente.
  2. A través de los ojos por contacto con gotas, aerosoles o secreciones.
  3. Cuando nos tocamos la boca o ingerimos alimentos contaminados.
  4. No entra en el organismo a través de la piel sana, pero puede hacer escala en las manos y de ahí pasar a la nariz, ojos o boca cuando nos tocamos. De ahí la importancia de lavarlas con frecuencia. También conviene prestar atención a la limpieza de las cosas de casa que se tocan con frecuencia (por ejemplo picaportes o mandos de la luz) y desinfectar objetos que se contaminan con facilidad, como los teléfonos móviles. Aunque la magnitud e importancia relativa del contagio a través de superficies no está clara y es menor que la vía respiratoria, sabemos que el SARS-CoV-2 puede permanecer activo en superficies en torno a 1 semana. Recomiendo repasar periódicamente las recomendaciones oficiales de las autoridades sanitarias de las comunidades autónomas (https://n9.cl/dxfv) y del ministerio de sanidad (https://n9.cl/cv15) fácilmente accesibles por internet, que incluyen respuestas orientativas relacionadas con cómo manejar situaciones de contagio, síntomas, actividades comerciales, compras etc.

 

2) Cómo juzgar el riesgo de contagio general y para cada actividad

La probabilidad de interactuar con sujetos con capacidad de infectar es el primer paso para juzgar el riesgo de contagio de una actividad. La información sobre los nuevos casos activos en nuestro entorno es imperfecta, pero sirve para hacernos una idea de los casos reales. Estimo que en marzo-abril de 2020, los casos reales estaban en torno a 10 ó 15 veces los oficiales (https://n9.cl/8ak5) y que en la primera quincena de octubre de 2020, los casos reales estarían en torno a el doble o triple de los oficiales. Asumiendo que cada sujeto infectado puede contagiar durante 14 días, la cifra oficial de nuevos contagios en los últimos 14 días equivaldría a la de sujetos con capacidad de infectar. Por ejemplo, si hoy en Madrid la tasa oficial es más o menos de 500/100.000 (es decir el 0,5%) calcularíamos que hay, en realidad, entre un 1 y un 1,5% de sujetos con infección activa. Es sencillo demostrar que la probabilidad de que haya alguien infeccioso en un lugar, crece muy rápidamente a medida que aumenta el número de sujetos (https://n9.cl/z8nx9). Con un 1%, si interactúo con 64 personas de forma simultánea o sucesiva a lo largo del día, la probabilidad de al menos una interacción con una persona infectada es del 50%.

Este sería el punto de partida para evaluar el riesgo de una actividad, tomar la decisión de realizarla y prepararse. Tan importante como la interacción son las condiciones en que se produce. El riesgo será mayor en las siguientes circunstancias: si hay aglomeraciones y no puedo mantener la distancia de seguridad, por el riesgo de contagio por gotas; si se trata de un entorno mal ventilado donde puede haber aerosoles; si la gente está sin mascarilla diseminando más virus; si yo mismo estoy sin mascarilla; si el contacto dura mucho tiempo o si hay gente hablando, gritando o cantando, o fumando. A este respecto, los fumadores no sólo presentan un curso más grave de la enfermedad, sino que el propio humo del tabaco podría ser un vehículo de transmisión.

Para evaluar el riesgo de una actividad concreta recomiendo hacerse las siguientes preguntas:

  • Tasa local ¿Cuál es la tasa de infección activa en mi entorno?
  • Interacción ¿Con cuántas personas interactuaré al realizar la actividad?
  • Lugar ¿Será al aire libre, en un interior bien ventilado o mal ventilado?
  • Diseminación ¿La gente estará en silencio o hablando/gritando/cantando?
  • Mascarilla ¿Habrá personas sin mascarilla o fumando?
  • Duración ¿Cuánto tiempo durará la actividad?

 

La pregunta más importante de todas, muy personal, es si merece la pena realizar la actividad.

Por ejemplo, dar un paseo por un parque poco concurrido con mascarilla quirúrgica es una actividad de poco riesgo que casi siempre merece la pena; pero ir a comer a un local cerrado con poca ventilación, atestado de clientes sin mascarilla o, a una fiesta “clandestina” con decenas de personas, casi nunca es buena idea. Más aún porque las personas que encontraremos en estos lugares, al estar más dispuestas a asumir riesgos, tienen también una probabilidad mayor que la basal de ser infecciosas. Ir al supermercado o trasladarse al trabajo son actividades necesarias y en estos casos debemos concentrarnos en cómo atenuar el riesgo de contagio.

La siguiente tabla (adaptada de Jones N, BMJ 2020; 370:m3223) puede servir de ayuda para evaluar el riesgo de una actividad, como siempre, modulando para la tasa local de casos activos. Interpretamos la tabla como si fuera un semáforo: verde indica bajo riesgo (adelante); amarillo riesgo intermedio (piensa si es necesario, cuidado y precauciones) y rojo riesgo alto (no lo hagas si puedes evitarlo).

 

3) Equipo de protección personal

El objetivo del equipo es proteger las puertas de entrada: nariz y boca (mascarillas), ojos (gafas) y manos (gel).

3.1) Mascarillas. Distinguimos tres tipos de mascarillas de uso extrahospitalario. De más a menos eficaces: FFP2 sin válvula, quirúrgicas y de tela. Recomiendo las mascarillas FFP2 para actividades de riesgo alto o intermedio y quirúrgicas para las de bajo riesgo. Algunos autores consideran razonable utilizar mascarillas quirúrgicas para actividades de riesgo intermedio, incluso alto, siempre que el sujeto no pertenezca a un grupo de riesgo. Mi opinión es que, con niveles locales muy altos niveles de incidencia, es preferible, si nuestro presupuesto lo permite, usar mascarilla FFP2 sin válvula también en actividades de riesgo intermedio y, sin duda, en actividades de alto riesgo. Las mascarillas de tela sólo deben usarse al aire libre y en situaciones de bajo riesgo.

La eficacia de las mascarillas FFP2 depende de la calidad del sellado. Hay que procurar dejar el menor espacio posible entre los bordes de la mascarilla y la cara, para minimizar la cantidad inhalada de aire no filtrado. El sellado suele ser más deficiente en la zona nasal por lo que conviene ajustarla bien a la nariz y colocar las gafas encima de la mascarilla. Si se moja o deteriora de forma obvia, hay que desecharla. La barba dificulta el sellado. Un buen afeitado es una medida de autoprotección. En caso de contagio que requiere ingreso, puede ser necesario afeitar la barba para poder utilizar algunos dispositivos.

Distinguimos dos aspectos de las mascarillas: capacidad de filtrado y esterilidad. Se calcula que el tiempo durante el cual las mascarillas quirúrgicas conservan íntegra su capacidad de filtrado está en torno a las 4 horas y el de las FFP2 a las 8 horas. Las mascarillas pueden esterilizarse, por ejemplo con luz ultravioleta. El hecho de que una mascarilla esté correctamente esterilizada, no significa que su capacidad de filtrado se conserve totalmente. Aconsejo llevar mascarillas de repuesto por si se la que usamos se moja o deteriora.

Hay datos científicos que sugieren que la carga viral se relaciona con la severidad de la infección. Incluso si en alguna circunstancia la mascarilla no consiguiera evitarla, nuestra enfermedad tendrá un curso más leve si la llevamos en el momento del contagio.

3.2) Gafas de protección ocular. Los que usen gafas graduadas, deberían procurar llevarlas puestas fuera de casa porque proporcionan cierta protección frente a las gotas. Cuando sea muy difícil mantener la distancia de seguridad, como en el transporte público, lo mejor es ponerse encima de las gafas graduadas otras de protección ocular reutilizables o bien utilizar pantallas. Los que no usen gafas graduadas pueden usar gafas de protección ocular o pantallas.

3.3) Gel hidroalcohólico. Recomiendo llevar siempre a mano un pequeño bote de gel hidroalcohólico para la desinfección de las manos, al menos, antes y después de entrar en lugares públicos, y hacer lo posible por no tocarnos la cara. Al llegar a casa nos lavaremos las manos cuidadosamente con agua y jabón.

4) Discusión y reflexiones

Este artículo no pretende sustituir (y mucho menos contradecir) las recomendaciones de las autoridades sanitarias, fácilmente accesibles a través de internet, que conviene revisar periódicamente; sino explicar por qué las conductas de protección funcionan y, sobre todo, ayudar a juzgar con criterio el riesgo concreto de una situación, precisamente para no agotarnos en esta carrera de fondo. Por supuesto, hay que cumplir la ley y respetar las prohibiciones; pero eso no significa que sea razonable hacer todo lo que está permitido: a estas alturas todos sabemos que no todo lo permitido es seguro.

En algunos países (N Engl J Med 2020; 383:1479-1480), incluido el nuestro, sufrimos un vacío de liderazgo. Algunos gobernantes dedican gran parte de su tiempo a la conservación del poder y poco a hacer lo que hay que hacer. Las epidemias se controlan con criterios técnicos rigurosos, información veraz, educación sanitaria, cohesión social y coordinación. Hemos sufrido malas decisiones desde febrero, por la sustitución de los criterios científico-técnicos por otros de oportunismo político, la buena información y educación por propaganda (https://n9.cl/f1z7), la concordia por el fomento de la división y la coordinación leal por batallas de poder. En esta situación de desamparo, lo que haga cada ciudadano para protegerse a sí mismo y a los otros, es más importante que nunca.

No voy a hacer predicciones (ya andan sueltos por ahí suficientes aprendices de profeta) porque no sé (nadie lo sabe) cuando pasará la tormenta y sus olas. Pero sí que diré que hay motivos para la esperanza: los ciudadanos ya han demostrado en estos meses estar muy por encima de sus gobernantes. Así que el futuro no está escrito, nada está escrito. Hoy, más que nunca, depende de ti, de cada uno de nosotros.

 

 Las afirmaciones y opiniones expresadas en este artículo son del autor y no reflejan necesariamente el criterio del Hospital Universitario La Paz