EL
SÍNDROME DEL IMPOSTOR:
Finalizamos
estas últimas entradas del blog con breves nociones psicológicas y que nos
encontramos desde la escena laboral a cualquier momento de la vida corriente y
que conociendo nos permite entender y finalmente actuar de un modo más
correcto.
Hoy,
analizamos un síndrome que me despierta una especial solidaridad, por tres
motivos, primero porque quien lo padece experimenta una especial desazon
interior, segundo porque son muchos los que lo padecen y es cifra que va en
aumento y finalmente por que para mí es difícil poder ayudar.
EL término:
Un impostor es aquel que finge ser alguien
que no es para conseguir un objetivo, en la otra cara de la moneda, las
personas con síndrome de impostor piensan y creen que no son merecedoras del
éxito al que han llegado y se siente un fraude.
Por tanto, definimos el síndrome como un malestar
emocional cuya causa se encuentra en el sentimiento de no merecer el puesto o
situación laboral, social o académica que se ostenta.
Es importante que en este supuesto no estamos ante un
trastorno clínico sino simplemente ante un conjunto de sentimientos,
sensaciones y síntomas que generan malestar en quien lo padece; y que se reduce
a una creencia de no ser merecedora de la posición que tiene, y se considera un
frade y teme que los demás lleguen a darse cuenta de lo mediocre que es o la
falta de méritos propios.
Los síntomas y efectos:
Resumidamente y que resulte comprensible, señalar que:
- Cree
que los logros no son merecidos, y se deben a la suerte o a la fortuna que
es generosa con ella.
- Desconfianza
en su propia competencia y habilidad que le ha conducido al éxito.
- Temor a que los demás descubran el
fraude.
- Una inseguridad constante en el ámbito
que se trate (social, laboral…)
- Ante
cualquier situación que requiere de su actuación siempre alberga una
sensación de fracaso.
- Al evolucionar bajo este síndrome
puede generar una actividad de renuncia o pasividad por falta de
motivación suficiente.
- Finalmente,
emocionalmente genera situaciones de ansiedad, tristeza.
Cosecuencias:
Directamente la principal consecuencia es que puede
conducir a que el afectado renuncie a cualquier proceso o opción de promoción al
entender que eso pondrá en evidencia su incapacidad, que adopte posiciones
conservadoras y siempre en zona de confort con lo que finalmente la propia
sociedad o el ámbito laboral de su empresa pierde un factor de capital y de
crecimiento.
Además
aumentará sus niveles de estrés, afectando a la productividad ya que de forma
consciente o inconsciente dejará para más tarde tareas que le pudiesen
comprometer o le conducirá a una actuación sobredimensionada para autojustificarse.
FINAL:
Si estás cerca de estos patrones de comportamiento, te sugiero
que cuando te hagan cumplidos por tu trabajo como reto lo agradezcas con
sinceridad aunque en tu interior pienses que no eres merecedor, segundo, busca
ayuda como orientación de un coaching o de profesionales. No está calificado
como grave y por tanto es fácil que con el tiempo desaparezca esa extraña
sensación de no merecer.