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jueves, 28 de marzo de 2019

SIN MIGUEL: ¡77 VECES!


SIN MIGUEL ; 
SIN EL POETA
77 VECES QUE LA LUCHA CONTINÚA 



28 de marzo, 77 años desde que  murió Miguel Hernández. 

Simplemente quiero recordarle, a nuestra manera; sintiendo a quien con valentía y generosidad dedicó su vida y obra, llevándole a alzar sus versos como arma reivindicativa y defensora de la República...

Hoy, al releer los poemas, mientras la tele vocifera de nuevo las noticias de todos los días comprendes que la lucha sigue siendo la misma. Que debe estar más viva que nunca y seguimos necesitando de voces como la suya.

Hace poco me choque con la frase "poco sabía del mundo hasta hace poco y ahora he aprendido demasiado"; quizá estando en el penal de Palencia es donde descubrió la verdad, esa verdad cierta de quienes son siempre los que intentan que el viento del pueblo deje de soplar... que sigue existiendo los amantes de la oscuridad y los que prefieren las tinieblas para el saber... la lucha continúa, sigue siendo tiempo de lucha.

Recuperemos el rayo de sol que vence a la sombra, levanta y juntos luchemos por nuestro trabajo, por nuestra educación, por nuestra sanidad, por nuestros derechos, por nuestro futuro y el de los que nos seguirán. Y en esta lucha no tienen cabida los cobardes. 

A ellos, a los cobardes, (y son muchos) les dedico estos versos de Miguel Hernández.

Los cobardes
Hombres veo que de hombres
solo tienen, sólo gastan
el parecer y el cigarro
el pantalón y la barba.
En el corazón son liebres,
gallinas en las entrañas,
galgos de rápido vientre,
que en épocas de paz ladran
y en épocas de cañones
desaparecen del mapa.
Estos hombres, estas liebres,
comisarios de la alarma,
cuando escuchan a cien leguas
el estruendo de las balas,
con singular heroísmo
a la carrera se lanzan,
se les alborota el ano,
el pelo se les espanta.
Valientemente se esconden,
gallardamente se escapan
del campo de los peligros
estas fugitivas cacas,
que me duelen hace tiempo
en los cojones del alma.
¿Dónde iréis que no vayáis
a la muerte, liebres pálidas,
podencos de poca fe
y de demasiadas patas?
¿No os avergüenza mirar
en tanto lugar de España
a tanta mujer serena
bajo tantas amenazas?
Un tiro por cada diente
vuestra existencia reclama,
cobardes de piel cobarde
y de corazón de caña.
Tembláis como poseídos
de todo un siglo de escarcha
y vais del sol a la sombra
llenos de desconfianza.
Halláis los sótanos poco
defendidos por las casas.
Vuestro miedo exige al mundo
batallones de murallas,
barreras de plomo a orillas
de precipicios y zanjas
para nuestra pobre vida,
mezquina de sangre y ansias.
No os basta estar defendidos
por lluvias de sangre hidalga,
que no cesa de caer,
generosamente cálida,
un día tras otro día
a la gleba castellana.
No sentís el llamamiento
de las vidas derramadas.
Para salvar vuestra piel
las madrigueras no os bastan,
no os bastan los agujeros,
ni los retretes, ni nada.
Huis y huis, dando al pueblo,
mientras bebéis la distancia,
motivos para mataros
por las corridas espaldas.
Solos se quedan los hombres
al calor de las batallas,
y vosotros, lejos de ellas,
queréis ocultar la infamia,
pero el color de cobardes
no se os irá de la cara.
Ocupad los tristes puestos
de la triste telaraña.
Sustituid a la escoba,
y barred con vuestras nalgas
la mierda que vais dejando
donde colocáis la planta.