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miércoles, 9 de diciembre de 2020

9 DICIEMBRE: 94 ANIVERSARIO DE PABLO IGLESIAS





ROMANCE DEL ENTIERRO
DEL "ABUELO"

Era una mañana gris
era una fría mañana
allá a principios de invierno,
cuando en la sierra cercana
las palomas de la nieve
picotean la montaña.

Estaba Madrid de luto
de luto estaba la España.
luto tenían los pechos,
luto tenían las almas.
Aquella mañana gris
aquella fría mañana
había muerto el ABUELO
¡aquel de la barba blanca!
blanca como las palomas
de nieve de la montaña.

En la calle Piamonte
está la gente apiñada
frente a la Casa del Pueblo
que del ABUELO fue casa,
pues él la fundó y la hizo
ser de todos respetada.

Viejos, niños y mujeres
abrigos, blusas y capas,
viejos cajistas que fueron
del ABUELO camaradas.
Hombres de todos los gremios,
hombres de toda la España.

Van las bermejas banderas
a los vientos desplegadas
con unos crespones negros
prendidos sobre las astas.
Banderas que Pablo Iglesias
paseó por toda España,
banderas de los obreros
por el sudor empapadas,
banderas que recogieron
las lágrimas y las ansias
que bordaron unas manos
pálidas de unas muchachas
y que en el bordado pusieron
sus primeras esperanzas.

¡Allá va la comitiva
de los obreros de España!
Dicen los hombres más viejos,
que nunca en su vida larga
vieron en un solo día
tanta gente congregada.

Por la calle de Alcalá
desfila la caravana.
¡Aquella mañana gris,
aquella fría mañana!
Y dicen que salió el sol,
que entre las nubes estaba,
y en el féretro posó
la su caricia dorada.
Que también quería el sol,
el hermoso sol de España,
Despedirse del ABUELO
con una caricia grata.

Ya llegan al Cementerio,
ya depositan la caja
en la tierra, AQUELLA TIERRA
que será la última sábana
que cubra el féretro del hombre
MÁS LUCHADOR DE ESPAÑA.

¿No te estremeces ¡Oh tierra!
cuando hacia tu seno baja
un hombre que en tu defensa
tantas ansias empleara?
Él fue quien vio en tu semilla
las libertades del paria.
Él te soñaba vergel,
tú que eras estéril, árida.

Él te ideó con el oro
de las espigas lozanas
y protestó de que fueras
¡Oh tierra mal empleada
y hecha por el rico cotos
para vedados de caza!

Tú guardarás al ABUELO
como el que un tesoro guarda.
Vas a llevar una siembra
guardada en tus entrañas.
Porque el ABUELO es semilla
que dará espigas lozanas.
Espigas de rebeldía
rebeldía que son ansias,
ansias que son ilusiones
que hemos de ver realizadas.

¡Allá se quedó el ABUELO!
dormido tras de las tapias
del Cementerio Civil
¡ÚLTIMA Y TRANQUILA CASA!
Ya no podremos oír
aquella clara palabra,
ni ver el gesto viril
del puño que amenazaba
a los que con el sudor
del obrero comerciaban.

Y los niños, que ahora somos
hombres y tenemos ansias
de lo que él defendía
con su puño y su palabra,
a nuestro padre decíamos
después al llegar a casa.
¿Quién era ese viejecito
que habló desde la ventana?

¡PABLO IGLESIAS, hijo mío!
nuestro padre contestaba
y ponía en ese nombre
una entonación tan clara
y había tanto respeto
del padre en esa palabra
que en nuestro cerebro niño
para siempre se grababa.
___________________________________

Trascripción de FRANCISCO GARCÍA DIEZ: este romance está escrito en los años 30 del siglo pasado. No habiendo podido conseguir el original de su publicación para cotejarlo, la persona, que muchas veces lo recitó en su adolescencia, lo ha reproducido de memoria. El poema fue impreso por la Federación de Servicios de la Unión General de Trabajadores, de Madrid, Federación heredera de aquel primer Sindicato del Arte de Imprimir fundado por Pablo Iglesias, El Abuelo.




El 9 de diciembre de 1925 falleció en su domicilio de la madrileña calle de Ferraz 68, Pablo Iglesias, cuando aún no hacía dos meses que había cumplido los 75 años de edad. Según el certificado de defunción, el deceso fue motivado por una “miocarditis crónica y enfisema pulmonar”, si bien era de sobra conocido que “el abuelo” venía padeciendo durante toda su vida un deficiente estado de salud, pues desde que entró en la cincuentena no pasó un año sin que tuviera que guardar cama algunas semanas.
Tuviera su origen en las malas condiciones soportadas durante sus primeros años en el Hospicio madrileño, o por las aún peores de sus estancias en la cárceles de Málaga y Madrid, el hecho es que sufrió durante toda su vida una dispepsia crónica, es decir, un trastorno doloroso de tipo gástrico también conocido como “digestión difícil”. Amén del tratamiento farmacológico prescrito últimamente por los doctores Huertas y Huarte – el “préstamo”, como él decía, por permitirle vivir un poco más de tiempo –, lo recomendado ya desde antiguo por el doctor Vera para tal dolencia era una combinación de gimnasia y régimen alimenticio, o “tranquilidad y buenos alimentos”, como él mismo solía repetir. Un tratamiento difícil de seguir para un hombre con las responsabilidades que Iglesias tenía en partido y sindicato, aunque lo intentara, a pesar de la atención reclamada por los avatares políticos de aquellos últimos años. Tras la delicada intervención quirúrgica de uretrotomía a que fue sometido en Barcelona en marzo de 1917, y superado el largo postoperatorio, pasó parte del verano de 1918 en Venta Mina, la finca de labor que un viejo compañero poseía cerca de Buñol (Valencia). Vencida la grave bronconeumonía del invierno siguiente, el mes de julio de 1920 lo pasó en el balneario de Fitero (Navarra), y el de octubre en el de La Aliseda (Jaén). Y aún le restaron ánimos para disfrutar del que sería su último veraneo fuera de Madrid – el de 1921 –, en el pueblo costero asturiano de Celorio. Durante los tres últimos años de su vida no salió a penas de su domicilio, como no fuera para tomar el sol y respirar aire puro por el vecino Paseo de Rosales, acompañado por el compañero y amigo Cándido Ramírez, quien le indujo al vegetarianismo, lo que le proporcionó nuevos ánimos. Quizás fueran estos los necesarios para acudir al Congreso de los Diputados con objeto de prometer y tomar posesión de su escaño el 26 de junio de 1923.


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