Su intención no era presentar candidatura al XII Congreso Provincial de UGT. El momento interno no podía ser peor. Tras la decisión en el Congreso Regional adoptada de eliminar las secretarías provinciales, la anterior Ejecutiva Provincial liderada por Javier Gómez Caloca decidió abandonar y el barco se quedaba sin capitán. Por eso, «de forma voluntaria y sin presión alguna», decidió regresar cuatro años después.
Obtener un apoyo del 41,30% de los 92 votos emitidos por los delegados, a priori, no parece el mejor resultado
No llegar a contar al menos con el 50% del apoyo genera siempre debate. Hay que tener en cuenta que fue un congreso duro, de crítica, de malestar. Hubo 38 votos a favor y 28 en blanco, los cuales yo me tomo como una muestra de rechazo a la situación que se estaba viviendo y a la que se podía generar.
Pero el trabajo cotidiano es del que se vive. La afiliación y la representatividad la hacen los delegados y compañeros de la federaciones y yo soy el interlocutor y transmisor a la opinión pública de esa intensa labor.
Quedan algunos rescoldos de malestar, es cierto, pero hay que seguir adelante.
Caloca criticó duramente a la Ejecutiva Regional por apoderarse de la gestión y el control de las delegaciones provinciales. ¿Lo ve así?
En el congreso celebrado en el 98 en Salamanca se decidió que los recursos se centralizasen en la Ejecutiva Regional y los que pensaron así ganaron el congreso. En 2010, las ejecutivas provinciales dejaron de tener esa capacidad y la regional ha marcado la gestión de los recursos desde entonces. Las ejecutivas provinciales tienen capacidad de hacer equipos de colaboradores en distintas áreas para que ayuden de forma estable y además se les puede dotar de recursos.
En Palencia este proceso se está haciendo de forma más lenta debido al malestar que todavía está presente, pero no hay prisa y no quiero forzar a la gente. Es mejor que se reflexione y después se empiece a trabajar.
¿Qué puede aportar en este nuevo mandato?
Mi mensaje va en consonancia con el pensamiento de la UGTa nivel autonómico y estatal, para adaptar sus propuestas al ámbito de la capital y la provincia.
Además de la relación cotidiana con los trabajadores o de las negociaciones colectivas, ahora mismo es esencial hacer ver al Gobierno que mientras no se active la economía y se inyecte crédito a las empresas -especialmente a las pequeñas- esto no puede aguantar. Las empresas no pueden contratar y los jóvenes no tienen empleo. Si no hay mercado no hay necesidad de mano de obra y se provoca una sangría de despidos colectivos.
Nosotros podemos asesorar a esos trabajadores, pero no les resolvemos el problema del empleo. El plan de empleo de Renault para 2014 puede ser la esperanza para unos cientos de trabajadores, pero necesitamos más. Urgimos una base estructural apoyada por los distintos gobiernos.
El malestar que se vive se refleja en una disminución de apoyo a los políticos, pero también a los sindicatos. ¿Deben éstos cambiar de estrategia?
Hay gente que echa de menos el sindicalismo de épocas pasadas en las que, al no haber nada, se vivían momentos muy difíciles y poco a poco se podían conseguir derechos.
La situación ha cambiado y está claro que no todo está conseguido y nada está asegurado. En los últimos tres años se han perdido derechos sociales, personales, laborales y de diversa índole que se habían conseguido: las pensiones, la sanidad, las prestaciones por desempleo, etc.
Muchos pilares básicos que hace un tiempo se estaban estabilizando, ahora están en debate y en peligro. El sindicalismo tiene que rearmarse y volver a la lucha para conseguir derechos que creíamos nuestros desde hace años.
Nuestro papel es impedir que los movimientos sociales se pongan por delante del sindicalismo de clase por no haber sabido captar lo que quiere la gente.
Los recortes provocan miedo, porque vemos que es un proceso que no parece tener fin, y provocan rabia. Eso se puede mostrar al exterior con la queja o pasar al desánimo y eso es lo que parece estar pasando. Las huelgas no consiguen arrastrar a tanta gente como en verdad está afectada por todas estas situaciones. Se culpa a la política y a los sindicatos.
Todos somos responsables. UGT representa a 7.000 afiliados en Palencia y asumimos la parte que nos corresponde, pero el sindicalismo de clase no ha parado nunca.
UGT lleva tiempo avisando de que este modelo económico era insostenible y de que las medidas del Gobierno eran insuficientes para crear empleo. Cada medida que ponen para recaudar es un fracaso y a las familias se les acaban las prestaciones y los subsidios. Se está incentivando la economía sumergida porque hay que sobrevivir. La gran deuda la genera el capital y el fraude fiscal, no los trabajadores. ¿Qué piensan hacer?
«Deseo que lleguen empresas que inviertan en Palencia»
Julián Martínez tiene claro lo que le gustaría decir dentro de cuatro años cuando termine su mandato. «Que en Palencia, de los 17.000 parados que hay actualmente se ha logrado bajar, al menos, de los 10.000; sería algo más que bueno», asegura. Por ello desea que los trabajadores tengan más expectativas laborales y que además de la automoción y el sector agroalimentario «se asienten otras empresas en la provincia para invertir».
«También me gustaría que la Junta creara el Centro de Logística (Cylog) en el enclave de Villamuriel, Magaz y Venta de Baños, ya que se habla de la creación de unos 3.000 puestos de trabajo», concreta.
Entre sus deseos también hay un recuerdo especial para la zona norte de la provincia. «Me encantaría que dentro de unos años se pueda decir que hay esperanza en Guardo, porque una comarca como esa no se puede quedar en nada por falta de expectativas», señala, al igual que la zona de Aguilar, «que necesitan un impulso para asentarse». Además espera que los agricultores y ganaderos mejoren su situación y sean un poco más optimistas.
«Poder participar de todos estos aspectos sería para mí un orgullo, ya que lo único que quiero es que esta provincia salga adelante y sus gentes vivan felices, algo que con la situación actual es muy difícil y que está provocando mucho malestar entre todos», reconoce el sindicalista.