El inquilino de la Moncloa y su pandilla ya han parido su pretendida reforma de la Administración Local. Mucho tiempo con amagos, globos-sonda y reuniones cuasi secretas con dirigentes locales de su partido y algún abrazo a dirigentes del PSOE para materializar y plasmar un nuevo ataque a la administración y en este caso a la administración más cercana y barata que tenemos.
Sus autores defiende, como en otros muchos casos, la eficiencia, disminuir gastos innecesarios o las duplicidades en las competencias. Todos estos términos siempre suenan bien e intentan ganar nuestra primera voluntad, pero al entrar en el estudio del anteproyecto lo que se comprueba fácilmente es que la intención última es la destrucción de la administración municipla.
Las medidas (descritas en negativo: desaparición, supresión, eliminación etc.); al final un objetivo: reducir:
1) Suprimiendo competencias locales (sobre todo en materia de salud, educación y servicios sociales). No se busca mejorar la calidad al pasar a una administración mayor sino centralizar el poder con la consecuente pérdida de eficiencias y de calidad.
2) Traspasando servicios (privatización): Sin ningún tipo de sonrojo ni vergüenza hablan que los servicios no rentables económicamente (y conforme sus parámetros) se trasladará su gestión a empresas privadas. En aquellos supuestos que la iniciativa privada no pueda hacerlo rentable tampoco se suprimirá directamente.
Conclusión la incapacidad para la administración se traduce sencillamente en suprimir, aniquilar y prescindir de mejorar la gestión o la calidad del servicio; el ciudadano no importa y si es de pueblo menos.
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