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miércoles, 28 de diciembre de 2016

TRAJES DE LOS BOMBEROS COMO RIESGO




 Un equipo de investigadoras de la Escuela Nacional de Medicina del Trabajo del Instituto de Salud Carlos III ha realizado una revisión de la literatura científica con el objetivo de conocer la implicación de los equipos de trabajo de los bomberos como fuente de contaminación adicional y su relación con el cáncer de testículos y de próstata.

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Tras identificar en las bases de datos científicas 310 investigaciones y revisar en profundidad 20 de ellas, las autoras del estudio, dirigidas por la doctora Rosa Ana Cortes Barragán, concluyen que “la impermeabilidad de los trajes no es completa y que se ha demostrado un «microambiente tóxico» entre el traje y la piel, que también favorece la penetración cutánea. Midiendo tóxicos y metabolitos en aliento y orina se comprueba que existe absorción sistémica de dichos tóxicos, pese a tener garantizado el aislamiento respiratorio”. La investigación ha sido publicada en el número de julio-septiembre de este año de la revista “Medicina y Seguridad en el Trabajo” 1.
Como señala este equipo de investigación “que los bomberos están rodeados de múltiples agentes tóxicos, algunos cancerígenos, es un hecho conocido desde hace tiempo (benceno y 1,3-butadieno (clase 1), naftaleno y estireno (clase 2B). Algo no tan conocido, y sobre lo que se está estudiando en los últimos años, es que los equipos de protección podrían suponer una fuente de exposición tóxica. Los contaminantes pueden transferirse a la piel desde estos elementos y penetrar en el organismo. En varios de los estudios revisados se han determinado metabolitos en orina y tóxicos en aire espirado, indicando que esta exposición ha derivado en absorción sistémica. Dado que la vía respiratoria estaba protegida durante el incendio, es factible que se haya producido a través de la piel”. Distintas investigaciones revisadas por este equipo apuntan que “la falta de aislamiento completo de los equipos favorecería el acceso de los tóxicos a la piel de los bomberos”.
Además algunas investigaciones han apuntado que el formaldehído se desprendía más de trajes nuevos que puede haber sido  empleado en la fabricación de las fibras resistentes al calor. Este hecho es importante ya que los bomberos no sólo van a exponerse a lo que se genera en un incendio, sino que la preexistencia de tóxicos en los trajes puede provocar su liberación por las condiciones del incendio. Según lo expuesto, los bomberos, pese a tener protegida la vía respiratoria con equipos de respiración autónoma de alta eficacia, se exponen a ciertos tóxicos, algunos de los cuales están recogidos como cancerígenos, probables y posibles.
Los investigadores señalan que algunos datos de exposición, en varios artículos, están por debajo de los límites establecidos y que, sin embargo, eso no les parece un hecho tranquilizador. “Las mediciones – explican- se realizan en situaciones concretas, muchas de ellas experimentales, que no tienen por qué corresponderse con la realidad o la generalidad. El incendio podría producirse en un edificio de varios pisos y no en un simulador con dos habitaciones; la exposición podría durar no 15-30 min, sino horas, incluso tener que realizarse varias extinciones el mismo día, debiendo permanecer el bombero con el traje puesto durante más tiempo; o los movimientos y acciones durante la intervención podrían obligarles a permanecer en mayor contacto con humo y no agachados. Todo ello provocaría exposiciones mayores, que elevarían los marcadores por encima de los límites de acción biológica y/o ambiental”. Además, según estos investigadores “hay que tener en cuenta, del mismo modo, que muchas de estas sustancias poseen efectos aditivos y sinérgicos como carcinógenos”. El otro tema que revisa esta investigación es el riesgo de cáncer de próstata y testículo en los bomberos. De ocho artículos revisados sobre cáncer de testículo, en cuatro de ellos se obtuvo una  asociación estadísticamente significativa.
Las autoras, que señalan la necesidad de más investigaciones apuntan como recomendaciones las siguientes:
1) Los equipos de protección deben ser empleados convenientemente, no prescindiendo de los dispositivos de respiración autónoma en ninguna de las fases de las tareas de extinción
2) Las ropas limpiarlas como indica el fabricante, con la frecuencia adecuada, no hacinarlas en espacios reducidos, poco ventilados ni en zonas de uso común.
3) Extremar la higiene personal tras las intervenciones en incendios.
4) En el caso de los simuladores de prácticas, emplear combustibles que resulten menos tóxicos propano.
5) Realizar revisiones periódicas de la salud a fin de detectar precozmente patologías relacionadas con tóxicos expuestos.
6) Con respecto a los fabricantes de equipos buscar materiales y métodos de elaboración que no generen (o en la menor medida de lo posible) tóxicos perjudiciales que puedan ser absorbidos por los bomberos, sin que ello suponga perjuicio en su manejo o empleo.
(1) Artículo completo en Rev. Medicina y Seguridad del Trabajo Vol. 62 Nª244 (2016)

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