ENTREVISTA: Pepe Álvarez es, desde hace tres años, la 'nueva' cara de UGT, en sustitución del histórico Cándido Méndez. A él le ha tocado lidiar con la última legislatura, negociar con los dos gobiernos, con los que llegó a acuerdos
El pasado miércoles visitó Palencia para tener una reunión con la dirección del sindicato que dirige, pulsar la situación de los delegados y visitar las instalaciones de Gestamp.
Lleva tres años como secretario general de UGT y hasta no había visitado Palencia, ¿a qué se debe su presencia?
Tengo un interés muy especial en conocer todas las organizaciones provinciales del sindicato y Palencia, de una manera muy especial. Hay mucha gente que lleva mucho tiempo detrás de mí para que viniera a Palencia. Por si fuera poco, hay una palentina, de Aguilar de Campoo, que fue conseller de Treball de la Generalitat de Cataluña, Mar Serna, que es muy amiga mía; trabajó en el sindicato; y ahora es magistrada del TSJ de Cataluña. Por tanto, tiene todo el sentido que visite Palencia y lo que lamento es no haber venido antes.
Supongo que le habrán puesto al día de cómo está Palencia. Una de las provincias en las que desciende el paro, sí, pero a costa de bajar la población activa y los trabajadores. ¿A qué puede ser debido esto y qué se puede hacer?
Creo que es debido a una situación que es endémica en España y que es lo que ha ido haciendo crecer y crecer los entornos de las grandes ciudades. Estas metrópolis que, al final, solo generan dificultades para todo el mundo. Medioambientales, de vivienda, de agua, de tráfico... Y, sin embargo, no hemos sido capaces de hacer una política de equilibrio del territorio para que se pueda vivir con más calidad y que la industria se desplace y no todo vaya todo a esos núcleos. Estamos a tiempo.
¿En serio?
Sí. Sobre todo porque estamos ante un cambio tecnológico y una nueva era. El otro día escuchaba que en estos momentos vive aproximadamente el 90% de todos los investigadores que ha habido en la historia. Te das cuenta de la magnitud de los cambios que se plantean. Es un buen momento para aprovechar y tender al reequilibrio. No a continuar a desequilibrarse más. No será fácil, pero desde UGT vamos a hacer todo lo que esté en nuestras manos. Sobre todo, desde el punto de las nuevas tecnologías. Evitar la brecha digital, de formación, que son elementales.
El problema es que en provincias como Palencia ahora mismo todavía está comenzando la extensión de fibra óptica en pueblos tan relevantes como Frómista. Vamos ya con retraso
Lo que hay que cambiar fundamentalmente es la idea de que el mercado por sí mismo sirve para reequilibrar. No. Sirve para especular, en el peor de los casos y, en el mejor de los casos, para ganar dinero. Pero en ningún caso piensa en cómo queda el mundo, ni cómo quedan las ciudades ni cómo viven las personas. Para eso está el Estado, las Comunidades, las Diputaciones o los Ayuntamientos. Deben hacer un esfuerzo porque es mejor para todos. También para quienes viven en el área metropolitana de Madrid o Barcelona. Van a estar mucho mejor y en mejores condiciones si hay un reequilibrio del territorio. No se trata de que nadie esté donde no quiera, sino que las personas que han nacido en Palencia tengan la oportunidad de quedarse. Esto, por razones personales, lo conozco bien. Soy de un pueblo pequeño de Asturias (Belmonte) y todas las generaciones han emigrado. Es el momento, aprovechando este cambio, para hacer cosas nuevas, poner los medios para que, por lo menos, paremos esa sangría.
En Palencia, gracias a la automoción, uno de los sectores más importantes es el del metal, creo que lo conoce, porque viene de él. ¿Como han sentado en UGT las medidas anunciadas por el Gobierno para la eliminación de los vehículos de carburación y su sustitución con los eléctricos, con el coste laboral que pueden tener? Volkswagen acaba de anunciar que suprimirá hasta 7.000 puestos
En realidad, el Gobierno en esto pinta poco. En relación con la automoción, los gobiernos nacionales tienen poco que decir. Creo que en todo caso, el Gobierno Español, le ha metido un acelerón, que es más de comunicación que de real, que en realidad no ayuda a hacer el proceso de reconversión natural que viene, que es ver cómo la adaptamos la movilidad al siglo XXI, con todos los problemas que hay de cambio climático... Soy de los que cree que, en lugar hablar de cuándo va a dejar de funcionar el coche de combustión en España, que lo hará cuando lo diga la UE, deberíamos empezar a ver cómo España, que es un país que no tiene ni una sola empresa del automóvil, que somos el séptimo productor del mundo; somos el tercero o el cuarto en componentes... cómo podemos conseguir que en el nuevo automóvil tengamos el mismo peso.
Ese es el reto que algunas empresas están intentando. Particularmente, con las ensambladoras donde tenemos peso en la dirección, como es Renault con José Vicente de los Mozos, que es un elemento clave de país y de Castilla y León, vamos a hacer que el país sea atractivo para que las multinacionales se queden aquí. Y tenemos que ayudar a la empresa auxiliar, que es mucho más importante ahora que antes, a que pueda mantener ese peso en el nuevo pastel.
Pero debemos decirlo, el nuevo coche va a llevar menos mano de obra. Porque se introducen nuevas tecnologías, porque en sí la construcción de un coche, eléctrico o de combustión, es menor. Partimos de un proceso que debemos asimilar como sociedad.
Debe ser un proceso de transición, con el tiempo que necesitemos y ser justo desde el punto de vista de que no nos ocurra como con el carbón o con las térmicas, que finalmente muchas promesas y solo algunos recursos que no se invierten en economía productiva, sino en pabellones más grandes que el pueblo.
La automoción cada vez está más robotizada. Propuso hace unos años que los robots cotizaran. ¿Es algo que podría aplicar un país solo o tendría que ser algo más extenso para evitar la deslocalización?
Más allá de algunos comentarios que han hecho personas mucho más inteligentes que yo para desacreditarme, porque lo sé, de un sindicalista no se espera mucho, debo decir que hace poco en un taxi de Madrid, me conoció el taxista y me dijo, oiga, eso que ha dicho usted de los robots no es suyo hace tiempo que lo digo yo. Si se produce mucho más con menos gente, ¿cómo vamos a poder vivir todos? y ¿quién va a comprar? No es ninguna invención, es la historia. Hoy en día, el ritmo de velocidad de los cambios es de 20 veces el de la revolución industrial. Y en aquella revolución se pasó a la jornada laboral de 8 horas, 48 horas semanales (se trabajaba 12 diarias), se prohibió el trabajo infantil y se pusieron en marcha las vacaciones de verano. Entonces, los empresarios, que eran tan listos como algunos de los que hablan de mí con el tema de la robótica, decían que se iba a arruinar la humanidad. ¿Cómo podía alguien pensar que los obreros hicieran vacaciones? Hoy es uno de los sectores más boyantes, el del turismo.
Dicho esto. Es evidente es que estos cambios no se van a absorber a corto plazo con nuevos empleos; a medio plazo no voy a negar algo que desconozco, hay quien dice que sí y otros que no... Si el fin único son las personas, la humanidad, tendremos que pensar en dos cosas. Una, reducir la jornada y el tiempo de trabajo. Me parece que tiene mucho sentido pensar que el viernes es el día de la formación e introducir una reducción de jornada que sirva para mantener la capacidad formativa de las personas a lo largo de la vida.
Y después, la riqueza que se genera gracias a las nuevas tecnologías, porque cuesta producir mucho menos con robótica, no puede ir toda a rebajar el precio del producto y a los accionistas. Hay una parte que debe revertir en la sociedad. La Seguridad Social no va a poder mantenerse con los sistemas tradicionales en un momento en el que va a haber mucha gente cobrando y menos trabajando porque para hacer más necesitamos menos empleo.
Hay que hacerlo globalmente, sí. Pero esto de globalmente es una coña marinera que como no hay ningún gobierno mundial, yo no lo hago, el otro no lo hace... y las cosas por hacer. Los espacios con más peso tecnológico, como la UE, debemos trabajar en esta materia. Y no soy un loco de la vida que quiere que, de hoy para mañana, tengan que pagar mucho las empresas. Lo que quiero es que en España se pueda comenzar a hacer, como hay otros países que ya lo hacen; que el Parlamento Europeo lo estudie, que ya lo hace. Y creo que va a funcionar, porque después de decirlo yo, lo ha dicho Bill Gates.
Le copió.
No. Creo que los dos cogimos el mismo taxi.
Ha hablado el carbón y las térmicas. Con estas últimas quizá se ha echado de menos un poco más de reivindicación de los sindicatos
Sí, me lo han dicho. He preguntado por la térmica y me han comentado que había ese sentimiento. El sindicato son las personas y actuamos por las personas del sindicato que se mueven. Si los trabajadores de la térmica que están afiliados al sindicato deciden que les parece que tienen solventado su futuro, es muy difícil que el sindicato aparezca ahí. Digo esto sin quitarnos la responsabilidad que seguramente tengamos. En el paquete de térmicas que hay, no solo de Palencia, estamos planteando al Gobierno que no puede ser que primero el carbón y luego las térmicas nos hayan ensuciado el país, y que ahora digan que, como ya no me interesa, ahí te quedas.
Debe haber una responsabilidad social con el territorio que tienen que compensar. En ese sentido planteamos al Ministerio dos cosas: las que se pueda, se actualicen, no hay por qué cerrarlas todas. Y donde no pueda, debe haber compensaciones. Pero no para hacer pabellones o aceras sino debe haber incentivos para crear actividad económica. Ese es nuestro planteamiento.
Se está hablando mucho del Brexit, nuevos aranceles que puede haber para las industrias españolas. ¿Se tiende al proteccionismo?
Es evidente desde la llegada de Trump. Es un tema que está latente cuando hay crisis. Todo el mundo tiende a encerrarse. A mirarse a sí mismo.
¿Y es bueno o es malo?
Creo que es malo. El proteccionismo solo debe usarse para mantener derechos de las personas, no para proteger mercancías. Proteger con aranceles después de todo el proceso de globalización, creo que no tiene ningún sentido. De cualquier manera, creo que en el Brexit todavía tenemos un largo camino. Si nos hubieran dicho el día después del referéndum que Gran Bretaña tendría una crisis, no lo habría creído nadie. Seguramente, pensaban que su corte imperialista les iba a servir... pero la situación es dura. Europa existe y es un gran invento, fuente de conocimiento y movimiento de personas. Deseo que acabe en otro referéndum que reincorpore a Gran Bretaña a la UE. Lo pienso como lo piensan los sindicatos ingleses. En estos momentos las encuestas dicen que el 70% de los afiliados quieren quedarse. Si el Brexit va adelante, tenemos pros y contras. Hay elementos como el turismo y la agricultura, que serán en contra. Y hay que solventar el tema de las personas, de Gibraltar...
Es asturiano, pero ha residido mucho tiempo en Cataluña. ¿Qué tienen que aprender los castellanos de los catalanes?
Creo que Cataluña tiene mucho que aprender de Castilla y Castilla de Cataluña.
Me refiero en lo industrial, en la dinámica, en el movimiento...
Creo que Cataluña es un territorio mucho más equilibrado que Castilla o Asturias. La despoblación en Cataluña es mucho menor de lo que es en Castilla. Cuando me fui a trabajar a Cataluña siempre pensé en esa capacidad de iniciativa que tienen en el Pirineos con sus fábricas de embutido, esa adaptación al medio. Efectivamente hay zonas de España que pueden aprenderlo. De Cataluña y del País Vasco que se han desarrollado mucho más armónicamente.
Pero con toda seguridad los castellanos han enseñado mucho a los catalanes y viceversa. Los pueblos no son superiores ni inferiores, son pueblos. Es una cuestión que no es tan sencilla. En Asturias he visto gente en el campo con muchos recursos económicos y no se les ocurría que sus hijos fueran a la universidad. Y a la hora de repartir herencia se repartía entre los hijos. Y en Cataluña había la tradición de que un hijo iba a estudiar, el otro ponía una tienda, el otro se quedaba en casa y si había un cuarto iba al seminario. Y eso ha dado unos caracteres propios, ni mejores ni peores, que están ahí.
Desde el cambio de Gobierno, la tensión entre sindicatos y el Ejecutivo ha bajado. Pero aún hay mucho que reivindicar
Creo que quedan muchísimas cosas por reivindicar. No muchas, muchísimas. Con el anterior Gobierno estábamos trabajando. Hubo expectativas de acuerdo y se llegaron a algunos que eran positivos entonces. Llega el Gobierno de Pedro Sánchez y las expectativas son diferentes. Nuestro nivel de exigencia es muy superior, y hay que decirlo claramente. No aspiramos a lo mismo con Rajoy que con Sánchez apoyado en Unidos Podemos. Pero este país tiene poca estabilidad y a este Gobierno se le ha intentado quitar legitimidad y eso nos ha impedido avanzar. Ahora que estábamos en puertas de llegar a acuerdos importantes nos hemos quedado con los viernes sociales, que son parte de las cosas que habían hablado con nosotros, pero que en el fondo no están igual porque no están acordaras y firmadas. No es lo mismo concretar algo que ellos cojan el espíritu y hagan un decreto. Aunque es bueno que comiencen a aparecer, porque después de las elecciones, con el nuevo Gobierno habrá que volver a empezar y ahí estamos intentando que entren los últimos flecos que quedan de la reforma laboral.
Uno el control horario que ha salido, pero en unas condiciones no muy satisfactorias; y los otros que quedan que son la prevalencia del convenio del sector por encima del de empresa, y el fin de la ultraactividad del convenio. Estos temas, que no son todos, estaría bien que entraran en uno de estos viernes sociales.
La última, hágame de médico. ¿Cuál es la salud del sindicalismo?
Cuesta mucho hacer de automédico. Hemos pasado un tiempo muy difícil y ahora estamos en un proceso de recuperación, lento, en el que debemos modificar las cuestiones que hemos visto que no han funcionado en estos años. Con toda humildad debemos ir a la gente, y decirle que, con más razón o menos razón, creo que con menos de lo que se publica, hay cosas que deberíamos haber hecho de otra manera. Pero también la gente debe ser consciente de que donde no hay sindicato no hay derechos. Donde no hay sindicato no hay salarios. Y en este sentido, que no caigan en la tentación de pensar que el sindicato se puede inventar de nuevo, sino que lo que deben hacer es participar y cambiarlo, porque es suyo. 130 años de historia de la UGT. En cada cosa que en este país conforma un derecho, ahí había alguien de la UGT empujando.
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