- Los recortes a los servicios públicos suponen debilitar a la sociedad y al Estado.
- Quitar fuerza de negociación a los sindicatos, como ocurrió con las últimas reformas laborales, no sólo resta derechos a los trabajadores, sino garantías de mantener un sistema productivo fuerte
Ha sido asombrosa la capacidad de adaptación de trabajadores, empresarios, administraciones públicas, de la sociedad en general, a una situación de crisis sanitaria, productiva y de libertad de movimiento, como no tenía lugar desde la II Guerra Mundial. Tan sólo una parte de la clase política no ha estado a la altura y, en vez de comportarse como personas de Estado, se han dedicado a atacar al Gobierno de todas y todos los españoles, con argumentos partidistas, a veces falsos, en un momento de emergencia nacional. Serán los electores quienes juzguen más adelante.
Mi objetivo aquí es destacar la importancia que tienen los sindicatos y, en especial, en momentos como éste. Desde el 16 de marzo, UGT puso en marcha teléfonos de atención ciudadana y plataformas de consulta en las redes sociales, que han atendido, en sólo un mes, a más de 120.000 personas. Casi 800 ugetistas técnicos, delegados y cuadros, atendiendo a consultas sobre ERTEs, medidas de prevención, prestaciones, violencia de género, ayuda a autónomos. Aparte de la atención, in situ, de los delegados sindicales a los trabajadores en las empresas que han mantenido la actividad, y que han sido claves para que se cumplan las medidas de salud laboral.
Muchas de las medidas de protección que ha ido aprobando el Gobierno han sido propuestas sindicales, al principio consensuadas con la patronal: las bajas temporales mediante ERTEs en lugar de despidos, el permiso retribuido obligatorio recuperable, el aplazamiento de los pagos de las hipotecas… En la última etapa, sin embargo, se han producido discrepancias que, confiamos, podamos superar pronto. Como sobre un ingreso mínimo vital puente, de unos 500 euros por persona, hasta que se apruebe una ley de Renta Mínima, que consideramos esencial.
Las denuncias de las situaciones dramáticas que se vivían, y se viven, en algunas residencias de mayores, las hemos hecho las organizaciones sindicales. En la industria, UGT paró la producción en Madrid de la fábrica de Airbus por incumplimiento de medidas preventivas. Y en la factoría de Valeo, en Martos, Jaén, promovió la adaptación de la fábrica para construir miles de protectores faciales. Los sindicatos hemos sido la voz de la denuncia, de los colectivos más débiles, esos que ahora, algunos, se han dado cuenta de que son esenciales: las limpiadoras, las cuidadoras de personas dependientes, los riders y mensajeros.
Hemos negociado las condiciones del teletrabajo. Aunque hay mucho por hacer, y de esta situación estamos aprendiendo mucho en derechos laborales nuevos, desde UGT hemos promovido el teletrabajo en todas las actividades en las que fuera posible para minimizar los riesgos de contagio del Covid19, pero recordando a las empresas que deben cumplir con el Convenio.
A partir del lunes, volverán algunas de las actividades no esenciales, sobre todo la construcción y la industria. En la construcción hay unos doscientos mil trabajadores, y se notará en movilidad. En la industria hay unos trescientos mil, pero gran parte son de la agroindustria, que han mantenido la actividad, y otra parte, como las energéticas, siderurgias o químicas, donde se han mantenido a bajo nivel.
Desde UGT-A no entendimos al vicepresidente, Juan Marín, cuando anunció el desconfinamiento de todo el personal de la Junta de Andalucía, sin garantías de seguridad, también a partir del lunes 13 de abril. Fue cuando menos desconcertante, y contradictorio con el posicionamiento del Gobierno central de prorrogar el estado de alarma hasta el 26 de abril. Un anuncio que, posteriormente, fue matizado por la Junta, de tal forma que los 160.000 funcionarios y personal laboral, no sanitario, se irían incorporando progresivamente y bajo negociación previa con los sindicatos.
Es momento de redoblar los esfuerzos en prevención, tanto en los desplazamientos como en los centros de trabajo. Ya hemos advertido a las empresas de que vamos a tener tolerancia cero con las que no cumplan las condiciones sanitarias apropiadas. Donde se pueda, teletrabajo, y donde no, si no se pueden mantener las medidas necesarias, no permitiremos que funcionen hasta que las tengan disponibles a sus operarios.
Quiero aprovechar para dar mi particular homenaje al sector sanitario, al que pertenezco y del cual me siento cada día más orgullosa. Desgraciadamente son ya más de 2.600 contagiados en Andalucía, que espero se recuperen pronto. Y mis sinceras condolencias a todas las familias que han perdido a sus seres queridos en esta pandemia.
De todo esto debemos aprender varias lecciones. Los recortes a los servicios públicos suponen debilitar a la sociedad y al Estado. Quitar fuerza de negociación a los sindicatos, como ocurrió con las últimas reformas laborales, no sólo resta derechos a los trabajadores, sino garantías de mantener un sistema productivo fuerte para cuando lo necesitemos. Dejar sin protección a los más débiles debilita el consumo, a nuestra economía, y a la sociedad. Estoy convencida de que saldremos de ésta, y saldremos siendo mejores.
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