18 DE JULIO...
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril
y el sol de mayo,
algunas hojas verde le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos
ruiseñores.
Ejército de hormigas
en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
hunden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro
o yugo de carreta;
antes que, rojo en el hogar, mañana
al borde de un
camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las
sierras blancas;
antes que el río hacia la mar te empuje,
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu
rama verdecida.
Mi corazón espera
también hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la
primavera.
18 de Julio 1936.
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