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lunes, 19 de octubre de 2020

POEMA PARA LAS GUERRERAS Y GUERREROS SINDICALISTAS: ÍTACA, la importancia del camino

 

UN POEMA QUE RECUERDA QUE EL CAMINO ES MÁS IMPORTANTE QUE LA META:


Hemos decidido recuperar la tradición de incorporar poemas en este blog, pero siempre buscando reflexionar o acercar poemas a nuestra vida sindical. 

Estamos en año o años de congresos y de elección y renovación de los organos sindicales; para algunos supone despertar la duda si quieren renovar y continuar volcados en lo que mejor saben hacer: la defensa y representación de los compañeros en multitud de escenarios o por el contrario buscar la llegada a la casa, alcanzar una cierta paz. 

El poema se le dedicó a los y las grandes sindicalistas, en ocasiones. Personalmente siempre he tenido la sensación que cuando opté por salir de las zonas de confort y asumir compromisos de representación y lucha era un camino sin retorno, por tanto como en el poema que acompaño solo nos queda disfrutar  con el camino, y en esas pequeñas conquistas que vamos haciendo día a día. 

Todos queremso volver al hogar, a nuestra "Ítaca". En este poema, nos puede revelar la importancia de disfrutar del camino hacia nuestra isla particular, pues el viaje es mucho más bello que la llegada al destino final, y así se subraya por el autor cuando indica que Itaca "no tiene ya nada que darte", por eso es mejor llegar ahí viejo, habiendo vivido aventuras. 


El poeta griego de Alejandría Constantino Cavafis (1863 -  1933) nos habla sobre la importancia de disfrutar el camino, cualquier camino, y no sólo añorar el objetivo: una metáfora que puede extenderse a muchos procesos de nuestra vida y a la propia vida en general. Adelante compañeras y compañeros... 

ÍTACA:

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Ítacas.


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